«PATROCINADORES OFICIALES DE LA DROMOMANIA»
Dromomanía, la obsesión incontrolable por viajar que no tiene cura. Dice el diccionario de la Real Academia Española que la dromomanía es la inclinación excesiva u obsesión patológica por trasladarse de un lugar a otro.
“Dromomanía”, la adicción que padecen todos lo que amamos viajar
Para los dromomaníacos, los aeropuertos, estaciones o centrales de autobuses son iglesias donde se beatifican destinos o latidos a distancia. Le rezan a las compañías de viajes para poder trasladarse sin problema a cualquier parte. Nómadas de vocación que no paran, dejan su sueldo en distintos lugares, aunque las obligaciones y la rutina los frenen temporalmente; otros son audaces y renuncian a la incertidumbre del futuro y crean su religión: la dromomanía, que la Real Academia española define como una inclinación excesiva u obsesión patológica por trasladarse de un lugar a otro. Su placebo, el efecto de Bernoulli en las nubes; saberse en las alturas los satisface como a un niño que come chocolates y piensa que todo es posible.
Dice el diccionario de la Real Academia Española que la dromomanía es la inclinación excesiva u obsesión patológica por trasladarse de un lugar a otro. En inglés también se la denomina travelling fugue, algo así como fuga viajera, y en realidad es un estado psicológico en el cual los sujetos que lo padecen no pueden dejar de caminar. Las personas aquejadas de dromomanía suelen romper su rutina sin explicación, empiezan a caminar y viajan grandes distancias, al parecer sin ser conscientes del todo, asumiendo una o varias identidades diferentes en el trayecto.
El término dromomanía procede el griego dromos (correr) y mania (locura). Se diferencia del afán, deseo o gusto por viajar en que implica una compulsión psicológica, que se manifiesta generalmente de manera inconsciente. Uno de los casos más famosos sucedió en 1886 cuando un hombre llamado Jean-Albert Dadas llegó a un hospital de Burdeos. Estaba físicamente exhausto y no tenía ni idea de como había llegado hasta allí. Lo que si sabía es que le sucedía frecuentemente encontrarse con que había recorrido largas distancias sin saber por que. Dadas, que vivía y trabajaba en la propia Burdeos, afirmaba haber caminado hasta lugares tan alejados como Praga, Viena o Moscú, sin recordar nunca por qué lo había hecho ni como había llegado tan lejos. Un estudiante de medicina llamado Philippe Tissie escribió y documento el caso de Dadas en su tesis doctoral en 1887. Posteriormente Jean-Martin Charcot, considerado el fundador de la neurología moderna, presentó un caso similar, al que denominó automatismo ambulatorio, y que describía como el hecho de caminar sin tener el control de las propias acciones.
Solo existen unos pocos casos de dromomanía documentados, todos ellos en la Francia de finales del siglo XIX, sin que se halla podido establecer si es una enfermedad de por sí o un síntoma de otros trastornos mentales, como el trastorno límite de la personalidad o el trastorno de identidad disociativa. Un congreso psiquiátrico que se celebró en Nantes en 1909 intentó establecer las causas, y se llegaron a presentar seis o siete condiciones que podrían dar lugar a dromomanía. También la Asociación de Psiquiatría Americana la definió dentro de una serie de psicopatías, a principios del siglo XX. Pero desde entonces no se han reportado más casos ni parece que se hayan realizado más estudios al respecto, con lo cual el misterio de la dromomanía sigue vigente y ha quedado restringido a una curiosidad médica decimonónica.
Viajes y Viajes Patrocinador Oficial de la Dromomanía“
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